versión móvil

domingo, 25 de mayo de 2008

A PROPÓSITO DE EL GALLO HUIDO DE D.H. LAWRENCE

Mario Alberto Sánchez Carbajal
Escritor - Colaborador


I

“Mi gran religión es la creencia de que la sangre y la carne son más sabios que el intelecto.”, decía David Herbert Lawrence (1885-1930). Escritor inglés que dedicó sus letras a resaltar el erotismo, a hacer del contacto de dos cuerpos un acto casi religioso; un erotismo primitivo encarnado y corriendo por la sangre a partir del deseo fanático. Mencionaba Octavio Paz que se trataba de una religiosidad que apuntaba a la energía misma de la vida. Así, en el contexto de Inglaterra a principios del siglo XX, Lawrence no sólo transgredió la moral con el tema de lo erótico, sino también trabajó sobre el terreno espinoso de la religión. Y estas razones bastaron para que varios de sus textos fueran censurados.

El gallo huido, es el segundo de los tres cuentos reunidos en El hombre que amaba las islas
(1), cuento escrito poco antes de su muerte, allí hace esta conjugación de tratar los temas de la religión y el erotismo. En el prólogo a este libro, Juan Villoro supone la experiencia que se encarnó en Lawrence como origen de dicho cuento. Ocurrió en su infancia en una iglesia en Sicilia: ´Ante un Cristo sangrante le preguntó a una mujer por qué esa efigie era tan cruenta y ella le respondió: “porque hizo sufrir a su madre”. [En El gallo huido se evidencia que:] El pecado de Cristo es su abandono de la vida: no ofrece el amor, sino el cadáver del amor´.

Estos datos, aunque someros, nos sirven de introducción para ir relatando de manera general la anécdota y hacer un análisis sobre el cuento, situación pertinente, pues Lawrence es un escritor que se presta a múltiples interpretaciones, de la cuales, por supuesto, nos enfocaremos en la parte religiosa. El cuento es extenso y es por eso que ésta es una primera parte de otras tantas. Se trata, grosso modo, de una historia distinta de lo sucedido después de la resurrección de Cristo. Bueno, pues sin más introducción y aclaraciones, ¡a lo que te truje, Chencha!


El cuento comienza cuando un campesino de Jerusalén adquiere un gallo de pelea raquítico. El gallo, con el transcurrir del tiempo, va adquiriendo cierto porte hasta verse espléndido, envuelto en una gran belleza. El campesino vive con su esposa en medio de la pobreza, donde parece resplandecer el plumaje espeso y de tonos anaranjados, la figura toda del gallo atado de una pata dentro del corral. Con un uso sutil de la prosopopeya, Lawrence nos muestra un animal dotado de hermosura, de cierta inteligencia o entendimiento humano; adquiere características particulares que parecen forjar una relación especial con el campesino, quien siente gran orgullo al saberse dueño del animal. Sin embargo, esta forma de actuar del gallo, así como su descripción física, también parce ser el principio de una revelación. Y así sucede, pues simultáneamente, mientras el gallo parece humanizarse, en otro lado un hombre comienza a despertar en el interior de un hueco tallado en la roca. Entumecido, rígido, dolorido, aprisionado por un vendaje, con las manos y pies heridos, el hombre cegado por las ataduras reconoce que está despierto. “Lenta, muy lentamente se arrastró fuera de la celda de roca con la precaución del malherido.”.


Debemos reparar, entonces, en este suceso, pues la descripción de la resurrección es grotesca. Si parece estéticamente bella es por la entereza del oficio de Lawrence; por la precisión de sus palabras; por su capacidad descriptiva. Sin embargo, al tratarse de acciones simultáneas, tanto el hombre que se levanta como el gallo están funcionando como dos entes que se comparten, hay una intensión de reciprocidad y contraste. Como si se tratara de un entendimiento metafísico (en su acepción común) que los hace dos seres que podrían ser uno e intentan comunicarse sin palabras: un entendimiento de animal a animal. El que se levanta, humano y mostrándose grotesco; el que permanece en el corral, cargado de una especie de razón primitiva y abotagado de belleza. Es decir, Lawrence nos hace sentir que ciertas características específicas a uno y a otro han permanecido en quien corresponden, de igual manera otras se han permutado. Se trata, de primera intención, de una transgresión a lo religioso, pues ya está puesta la comparación del gallo, un burdo animal, con la efigie sublime del hijo de dios.

De igual manera, no sólo es la comparación, sino que a partir de la descripción del hombre que se arrastra para salir de un hueco de la tierra, lo grotesco está en que parece más animal que aquel echado en el corral, parsimonioso. Lawrence pone a Jesús a reptar para salir del hoyo, imaginamos entonces la inmundicia plena de un hombre herido, sucio, lleno de vendas por las que se traslucen manchas de sangre; un hombre arrastrándose por la tierra saliendo de un hueco en la tierra; un hombre hecho a imagen y semejanza de los insectos y roedores subterráneos. ¿Parce esta una transgresión grave para la creencias religiosas Inglesas de principios del siglo XX, aún con el resabio de la sociedad Victoriana, cuando Freud está siendo juzgado por los mismo científicos por transgredir la moral con sus teoría que parten de bases instaladas en la sexualidad?.

Debo aclarar, antes de concluir esta primera parte, que al margen del texto, me di a la búsqueda del significado que podría adquirir el gallo como símbolo cristiano. El gallo simboliza la resurrección, la pasión de Cristo, la lujuria, los remordimientos. Así es que comenzamos a columbrara hacia dónde va Lawrence con este cuento, más adelante veremos como el título es un guiño del cual podríamos intuir el tema central.


En otros textos hemos hablado de que la religión gana el respeto, la creencia ciega, a partir del miedo. Así, en la siguiente parte veremos cuál es la mirada de Lawrence acerca de este tema. Solamente diré que Jesús, después de haberse levantado, caminó y fue a encontrarse con el gallo y el campesino…

(1) Lawrence, D.H., El hombre que amaba las islas, Ed. Atalanta, España, 2007.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues estaremos al pendiente de las próximas entregas ya que esta primera ya nos dejó "picados".

Alfonso Romero.

Anónimo dijo...

Excelente tema.

Krowitna